Encuentro con jóvenes. Quinto aniversario de su presidencia, 1987
INTERVENCIÓN DE ANTONIO VICENTE MOSQUETE
EN EL ENCUENTRO DE JÓVENES
Un saludo muy especial a todos los participantes en este encuentro, un saludo que no es ni protocolario, ni tiene ningún sello, ni parecido con lo habitual de este tipo de actos más o menos rituales. Parece que en todas las intervenciones es obligado decir la edad. A mí, cuando se convocó este encuentro, me produjo una especial satisfacción que, aunque por los pelos, todavía estaba dentro del sector de los jóvenes, y aunque hay otros elementos que me hacen temer que realmente no es tan así, lo cierto es que el haber sentido la posibilidad de haber participado como joven desde mis 35 años me produjo, ya digo, una especial tranquilidad. Pero cuando he leído las listas de participantes, otra vez más se me produjo el efecto contrario. Hay entre los participantes -bastantes de vosotros- que han sido alumnos en el colegio y hemos pasado juntos ratos intentando superar el tedio que a veces supone la enseñanza del inglés y otros problemas, y eso me produjo también la sensación de que más bien estoy en un sector sociológico de carrozas.
¿Por qué se hace este tipo de convocatorias o de encuentros?
En los primeros años de la democracia de la ONCE –que de paso quiero decir: aquí se ha producido un cambio estructural, pero también un cambio generacional, yo creo que añadido muy claramente-, en los primeros años de la democracia de la ONCE se hizo la reforma económica, que era imprescindible y previa. Pero lo que no se ha hecho, y creo que está todavía pendiente, es la revolución o la reforma política de activar y dinamizar de nuevo a nuestro colectivo y sacarle de esa comodidad, o de esa apatía que probablemente nuestra fórmula institucional favorecía o quizá todavía favorece. Ese objetivo de vitalizar el colectivo, que a veces nos critican como una actividad medio política o de captación política, creo que es el fundamental y el más trascendente en estos momentos. No sólo ya que los afiliados que no son trabajadores de la ONCE, y que están en sus casas prácticamente desconociendo la realidad de la ONCE y prácticamente sin participación en la vida social, se recuperen, sino que los colectivos quizá más vinculados a la ONCE, pero que no tenían entidad propia, recuperen esa identidad y la actualicen dentro de la vida comunitaria que tenemos. En esa línea se han organizado o se han apoyado movimientos de profesionales que trabajan fuera de la ONCE, de estudiantes, de jóvenes, espero que de mujeres y de otros sectores, de tercera edad, etc. Por eso el espíritu de este tipo de encuentros es vitalizar todo el conjunto de los afiliados de la ONCE como un cuerpo vivo que, por encima de las reformas económicas, por encima de lo que el Gobierno nos deje, por encima de las circunstancias que puedan irse sucediendo en el tiempo, sea capaz de responder, de reivindicar y de defender lo que se ha hecho ya casi en 50 años de historia. Y ese arma política, esa capacidad de respuesta es más importante todavía, con serlo también mucho, que la propia estabilidad económica conseguida. O por lo menos, yo diría que más permanente y más de fondo.
¿Qué esperamos de este sector, de esta franja de jóvenes?
En primer lugar que dentro de ese espíritu participativo, los jóvenes estén permanentemente integrados en la actividad de la reestructuración y la transformación de la ONCE, en cargos de dirección como hay algunos –no olvidéis que hay entre nosotros algunos responsables en distintos ámbitos de la actividad de la ONCE- o simplemente participando en cualquiera de las actividades o canales que hasta ahora están creados o puedan crearse en el futuro.
En segundo lugar, y yo creo que de manera muy especial, jugando un papel crítico. Porque lógicamente las actividades que rozan o que disfrutan, o que administran parcelas de poder tienden a producir actitudes algo conservadoras. Y la actitud crítica debe proceder de todos los afiliados, pero lógicamente y de manera muy especial de los jóvenes. Por eso se os pide, y se os ha pedido en las intervenciones anteriores, capacidad reivindicativa y actitud incisiva y mordiente. Creo que eso hay que tenerlo, más que en las conclusiones, en la práctica.
Y por último, yo creo que se espera de vosotros que preparéis el relevo. Hemos visto que en la etapa anterior ha tenido que unirse a un nuevo decreto, a un cambio estructural, un relevo generacional y, sin que nosotros pretendamos, creo, ninguna permanencia más allá de lo que en cada momento se necesite en puestos de dirección, es imprescindible que exista ya esa alternativa, ese relevo permanente, renovación permanente también en lo generacional y en lo ideológico, en las ideas. Una persona del público dice aquí: “me apunto, eh” y Antonio Vicente Mosquete prosigue: espero que no sea un problema de apuntarse, sino que evidentemente de este colectivo y de otros colectivos más inquietos o con más formación puedan surgir núcleos que puedan asegurar la renovación permanente de la ONCE.
A mí me han llamado la atención, para terminar, dos de las conclusiones que habéis planteado. Por supuesto el tema del empleo, que creo que es trascendental en todo lo que supone la integración real de los ciegos en la sociedad. Es difícil, desde luego, con la situación actual económica del país y con la situación actual económica de la ONCE, que se pueda evitar este efecto de que poco a poco muchos o algunos de nuestros profesionales que trabajaban fuera vuelvan a la ONCE, porque ofrece ahora un campo de mayor creatividad, de mayores alicientes económicos y yo creo que quizá de mayor atractivo. Pero yo os diría que es necesario también hacer un esfuerzo para no perder la perspectiva histórica. Esto no es lo normal, la normalidad durante cuarentaytantos años ha sido que las situaciones externas han sido más favorables, incluso que la propia de la ONCE. Tenemos que intentar, aunque sea con dificultades, aunque consideremos que no sea posible alcanzar metas de manera inmediata, luchar por el empleo en régimen ordinario porque ahí está un poco la baza para conseguir una integración plena. Se ha dicho aquí, se ha discutido, y creo que con acierto, se ha detectado en las conclusiones que decís que la ONCE puede dificultar la integración. Yo lo creo así. Yo creo que la ONCE, en cuanto ha supuesto una respuesta muy firme ante un sistema marginador, un sistema competitivo, y que los ciegos, a diferencia de otros colectivos de minusválidos, en España se han dotado de un instrumento para hablar de tu al sistema y para responder con toda firmeza a esa discriminación externa, también como aspecto negativo ha permitido quizá un entorno demasiado cómodo y demasiado poco combativo. Yo creo que es cierto, que cabe ese riesgo, pero que no hay porqué desechar la doble estrategia, como algunas veces la he llamado. Tenemos que estar en la ONCE para activar más a nuestro colectivo y al mismo tiempo tenemos que tener capacidad de integración individual y de integración cada vez más colectiva. Y, al mismo tiempo que se lucha porque la ONCE cambie, porque de más servicios, tenemos que tener muy claro que el objetivo fundamental de toda esta respuesta firme contra el sistema tiene que ser precisamente la integración plena y la normalización. Igual que creo que por el hecho de que nosotros utilicemos armas del sistema que sí son regresivas o son poco progresistas, no tenemos que olvidar que, una vez conseguida la equiparación de oportunidades, tenemos también que aportar nuestro esfuerzo para una trasformación social más completa. Esta sociedad no es justa, esta sociedad no es enriquecedora, esta sociedad es competitiva y lo que tenemos que hacer desde el colectivo de los ciegos, como desde otros colectivos de marginados, es poner de relieve eso e intentar colaborar con otros sectores sociales en su trasformación. Desde esa línea, desde primero asegurar que podemos ser iguales, que podemos hablar de tu al sistema y después, cuando podamos hablar de tu al sistema, vincularnos creo yo a los sectores que tratan de cambiarlo. Ese es el necesario pero difícil equilibrio que tenemos que encontrar entre la ONCE y la integración, entre el reforzamiento de estructuras comerciales y la trasformación social.
Quiero agradecer por último a los participantes, a los organizadores, a todas las personas que han tenido relación con este encuentro su trabajo. Y que esto no sea solamente una cobertura ideológica, sino que sirva de punto de partida para vincularos cada vez más al trabajo de la ONCE, porque ésta no es una cuestión de un grupo, de una generación, de un momento histórico. Es una cuestión de un colectivo en marcha que todavía no ha logrado sus objetivos y que por lo tanto tiene que seguir con esa actitud combativa, crítica, de manera permanente.
Un saludo muy cordial y un abrazo.
Nota:
Este discurso fue pronunciado al cerrar un encuentro de jóvenes que se convocó para analizar la problemática de los jóvenes deficientes visuales, en 1987, el mismo día en que se cumplían los cinco años de Antonio Vicente Mosquete como presidente del Consejo.